La ciudad de Tignes no solo posee la segunda estación de esquí más alta de Europa, sino también una historia de lo más curiosa, puesto que, como el pueblo original de Tignes quedó sumergido bajo las aguas del lago Lac de Chevril en 1952 al construirse un embalse en el río Isère, el nuevo pueblo de Tignes se levantó en 1957 a una altura de 2.100 metros. Desde entonces, Tignes se ha convertido en uno de los pueblos franceses de esquí más conocidos y forma junto con Val d'Isère la zona de esquí Espace Killy. Si bien, el “nuevo” Tignes, formado por los distritos Le Lavachet, Val Claret y Tignes-le-Lac agrupados en torno a un lago, también es muy conocido por distintos eventos deportivos de gran resonancia. De hecho, Tignes fue ya en 1986 la sede del primer campeonato del mundo de esquí acrobático y en 1992 se celebraron aquí las pruebas de esquí acrobático de los Juegos Olímpicos de Invierno. Asimismo, en 2007 Tignes fue la meta de una etapa del Tour de Francia después de un ascenso de casi 18 kilómetros de largo durante el que se ascendieron más de 1.000 metros de altura.
Ahora bien, para los amantes de los deportes de invierno, Tignes es, sobre todo, una zona de esquí que brinda las mejores condiciones de nieve desde septiembre hasta mayo, además de una oferta variada de pistas, pero también un pueblecito de esquí con encanto típicamente saboyano por la arquitectura tradicional de sus casas y edificios, y un destino turístico de paisaje alpino en el que predominan el macizo gigantesco Vanoise y cumbres como la de Grande Motte (3.656 m) o Mont Pourri (3.779 m).
En Tignes la nieve está garantizada gracias al glaciar y a la enorme altura del dominio de esquí Espace Killy que se extiende entre los 1.550 y los 3.456 metros. Además, los esquiadores que van a Tignes, se benefician también de una gran variedad de pistas de todo tipo a distintas alturas y con descensos increíblemente largos, todo ello disfrutando de unas increíbles vistas. En esta zona de esquí XXL que abarca tres montañas y dos valles, todos los deportistas de invierno, tanto los más principiantes como los más expertos, tienen a su disposición 156 pistas repartidas a lo largo de 300 kilómetros y unidas entre sí por 88 remontes, entre ellos, el remonte más espectacular de los Alpes franceses, el “Funiculaire Grande Motte”, un remonte subterráneo ultramoderno, con el que los esquiadores que quieren ascender a la cima del Grande Motte pueden subir en solo 5 minutos a 3.030 metros de altura y, desde allí, continuar con un teleférico hasta poco antes de la cima del Grand Motte a los 3.400 metros de altura. Una vez arriba, los esquiadores tienen para elegir, sobre todo, fabulosas pistas de dificultad media, entre ellas, una de las pistas azules más largas del mundo. Esta pista pasa a lo largo de varios kilómetros junto al glaciar ofreciendo plena seguridad y llega hasta el valle Val Claret haciendo sentir también a los más principiantes una experiencia única e incomparable. Los esquiadores más experimentados pueden bajar por una pista roja con una diferencia de 1.400 metros de altura que está equipada a lo largo de toda su extensión por cañones de nieve artificial, por lo que se puede descender sobre ella durante 8 meses al año.
Como peces en el agua se sienten también los esquiadores profesionales en Tignes, que cuenta, por ejemplo, con la pista negra La Sache que, enmarcada en un escenario único, desciende directamente de Aiguille Percée a Les Brévières. Y no se puede olvidar la legendaria zona de nieves profundas de Tignes con una gran cantidad de laderas vírgenes cercanas a las pistas acondicionadas que invitan a ser conquistadas.
Tignes es también el destino ideal para los amantes del snowboard gracias a la anchura de sus pistas y a la gran variedad de descensos de diferentes grados de dificultad, lo que la hace el lugar perfecto para snowboarder de distintos niveles. De hecho, esta estación de esquí de Espace Killy ha sido una de las precursoras de esta disciplina y acoge también el primer Campeonato Internacional de Snowboard (Kebra) que se celebra al principio de cada temporada. Y, quienes quieran combinar los deportes de invierno, el placer de la naturaleza y la tranquilidad con la práctica del esquí de fondo, tienen en Tignes un paisaje y un marco incomparable en el que vivir sensaciones únicas junto al glaciar o en los alrededores del Lac de Tignes.
Tan amplias y variadas como sus pistas son las actividades de ocio de las que se puede disfrutar en Tignes después de un día de esquí. Tendrás la posibilidad de practicar parapente, caminar con raquetas de nieve o ir en trineo tirado por perros. También se pueden practicar distintos deportes de hielo en el lago de la estación de esquí o cualquier otro deporte en el Centro Deportivo Tignesspace, que cuenta con pistas de tenis, un gimnasio, trampolines y un rocódromo. Y, para acabar el día, nada mejor que salir a disfrutar a los excelentes restaurantes, bares y discotecas de la localidad de Tignes.
El evento más “extremo“: desde 2010 se celebra en Tignes en marzo de cada año el campeonato Winter X Games Europe, un evento muy especial importado de los EE.UU. en el que los mejores deportistas extremos de invierno de todo el mundo participan durante tres días en pruebas masculinas y femeninas de ocho categorías distintas como superpipe y slope style de esquí y snowboard.
Una excursión sorprendente: aunque el antiguo pueblo de Tignes esté sumergido en el fondo del Lac du Chevril, solo ir a ver el fascinante dique del embalse ya merece toda la pena, y es que con sus 180 metros de altura, fue el dique más grande de Europa en la época en que se construyó y, además, está decorado con un fresco gigante que cubre en torno a los 10.000 m², casi la mitad de su superficie, y muestra el rostro de Hércules.